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lunes, 14 de enero de 2013

Cae la noche.

Cae la noche, y con ella los segundos que golpean en mi espalda, como un tintineo apesadumbrado en las horas tediosas y derretidas de la nocturnidad apocopada, que grita con el silencio de herir las heridas que se hicieron en el día de los sollozos que llegaron de repente.

Cae la noche, el frío de manos sin cubrir la piel, sin llegar a calar pero con la llovizna tenebrosa de anhelos lejanos, de relojes en los que no pasan las horas y se anclan en el permanente susurro del viento que viene y va, dejando misereres que aletargan mis horas de sueño.

Cae la noche, tempestad quieta, luces en el ocaso y destellos de algo que no logro apreciar, pero que se cierne sobre mi como tela de araña en los surcos de la monotonía, de los minutos muertos en los que adivino que la mañana está lejos pero que el tiempo pasa en ápices de estrellas volanderas y fugaces.

Cae la noche, ventanas que se cierran, adversidad son mis ojos que como claraboya en verano, te busca y te ansía hasta encontrar el tragaluz eterno de tus ojos, limpios y fugaces, puros y con el encanto de albas encuadrados en círculos perfectos, que hacen ser música en los vértices de tu belleza.

Cae la noche, y mis ojos fondean en el mar de los naufragios, buscando la marea de tus mares, y la orilla son tus besos, que me arrastran a volver al cielo, nube donde apoyo mis pies para mirarte cuando eres el sol y yo la luna, instante perfecto de unión estelar, órbita tuya que se hace autopista a querer ser el peaje de tus besos, y mis ojos con el cinturón en las pupilas para no llorar en el mar y hacerlo más salado.

Cae la noche, enciende mis besos y que los astros sean testigo de que la noche contigo es siempre amanecer, en horas taciturnas y despiezadas. Seré tu puzzle si me dejas ser la pieza que falta por incrustar en mi corazón....Amanece y cierro los ojos.

Roberto Lumar.

                                           Sonríe el día, apaga mi noche. (Cadaqués)

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