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viernes, 26 de octubre de 2012

Pedirte permiso

Pedirte permiso para pedirte amor, sería mendigar y sería resolver un acertijo en zig zag, cuando se tambalea la noche de los vértigos y la solución se emborronara con el barro de tus huellas en la luna de tus abrigos. Los besos se vuelven raíz, en la maraña de ti, concupiscencia remota que anoto en hojas de calendario de los días que no pasan.

Y dibujo tu silueta con hambre de espera, cuando el paraíso es la manzana que mordí en la búsqueda del breve hueco de tu alma. Relojes que se tiñen de auroras, de resquicios abrumados de la escarcha que dejó la ventana entreabierta, después de saber que tu olor son certezas de planetas con tiempo de estalagtitas.

Pedirte permiso para encontrarte, no es otra cosa que ser playa de naúfrago, donde las olas se vuelven caracola en el eco absurdo que se repite con la semejanza de una explosión más allá de tus besos, siendo mi corazón, nieve alunada y adormilada de latidos de constelaciones, como la fugacidad de una sílaba que se dice y se pierde en el instante mismo de tu voz.

Despierta...la noche amanece y tu conmigo.

Roberto Amador

                                           Lo cristalino de tu mirada es el mar. (Grecia)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué bonito.... Despierta, la noche amanece.... y tú conmigo.
Cierto, es una caricia para el alma leerte.