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viernes, 24 de junio de 2011

CARTA VIII (De monstruos y equilibrios)



Equilibrios de vértigo cuando sobre tus alas me recreo.  Aún que tengo mis vestigios arropados en tu cuerpo y la laguna que me atrapa con olas de infarto se recrean en el mar lascivo de tu vientre.

Equilibrios de amor, cuando somos pares, planos y planes son el mirar con ojos encadenados a un futuro, a un lugar donde aún no existe y que hemos imaginado con el amor de nuestros tejados incandescentes.

Equilibrios de estancias perfectas, en lugares que son como un imán a nuestros cuerpos, sugeridos por tanta belleza, me absorbe el saber que de ti soy un pasajero, único en tu vuelo, único en tu amor y que sin paracaídas puedo caer, ya que en tu alma se que puedo aterrizar.

Si hay equilibrio, es que los monstruos son vértices en donde rebotamos, donde caemos para llenar fauces de hierro, entrar en ellos y sentir el miedo de la oscuridad para salir ilesos, ¿de una magia? No. De la realidad que llevamos dentro.

Equilibrios de balanceo, par o impar pero golpes en el corazón sé que son arítmicos, como burbujas de jabón en una noche de tormenta volamos buscando truenos, para dormir en el ardor de tus besos de relámpagos, que iluminan la faz de la tierra con tal potencia, que hace que el universo sean tus labios, tan unívocos, tan universales que cualquiera que ose a rozarlos será convertido en ceniza por los mostruos del universo.

Por eso, dejame existir, dejame volar en tu cuerpo, sin salir de él, sin saber que soy, sin saber que un beso tuyo me puede salvar de un naufragio, del que ya salí varias veces, pero sin fuerzas para nadar me hundi. 

Nade hacia ti, y tu siendo isla, te alcance para quedarme en el paraje de tu desnudez, única y mágica, mágica y a la vez permisible de poseerme.

Hoy, que siempre soy tu, quiero llevarte a donde tu estés, para regresar a donde naci, donde aprendi a vivir, y a saber decir que sabía que tus besos serian faros en noches de tormentas para ahuyentar a monstruos exquisitos con bocas de estaño y manos de coraza.

Corazón, reina para mi, y sé tu la única que sepas clavar la bandera de tu estirpe en mi corazón, única isla tuya, conquistada hace milenios en la memoria de tu pelo.

Roberto Amador

                                     Hoy pude ser espiga que nació para ser recogida. (Chimillas)

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