Reflexión I (de intentos fallidos)

Ahora escribiré sobre existencias terrenales, mas bien reflexiones de viajar en el más sentido de la sensación remota de kilómetros recorridos. Me hace pensar que soy un ser humano, con rasgos equitativos de intuiciones mágicas. No suelo pensar cuando viajo el porqué elijo mis destinos o simplemente, porque obviar un verano hecho invierno o un invierno hecho llamas. Es así, pero suelo instigar mi conciencia con bálsamos de necesidad de aprendizaje. Es la petición de esencias que llenan mi conciencia cada segundo que recorro, cada puente, cada paso, el camino ha logrado ensañarme que las cosas de menos valor son las que me animan a seguir vivo. Como dice Gustavo, me pondré el uniforme de piel humana, ya que no esperaba tanto resplandor.

Un tren paralelo en el mismo sentido y dirección hace que llegue a quedarme mudo, sin aliento para reaccionar. Aún sigo pensando como el destino puede cambiar en segundos. Es el la teoría del caos, o más bien el simple aleteo de una mariposa en un lugar alejado de donde estoy pueda alterar mi pensamiento a veces lúgubre, a veces resplandeciente, a veces lleno, a veces vacuo. Ríos de argumentos que fluyen como algas. Algo que argumente que estando aquí estoy allí.

Tren paralelo y furtivo con el deseo hecho versión original. ¿Dónde está el origen y dónde el final? Si la pasión es el principio, el amor son las vías; instauro mi corazón en el lugar más ansiado y ensimismado ante la apariencia que me atrapa. Apariencia de recónditos deseos, de brumas hechas sol y de esquirlas para una y otra vez seguir soñando y no hacerlo final de trayecto....

Pero el viaje sigue...¿ Hasta cuando y hasta donde sabremos que hay que remar?

Roberto Amador