Reflexión II (De espacios infinitos)

Guardo horas, minutos y segundos tus lágrimas en un mar lleno de escarpias. Hoy, que pienso en lo que dejamos aletargado, soy azúcar en tu piel, serena paciencia, compleja química de combinar, antes de  la premeditada explosión que intuyo en el universo.

Guardo días, meses y años mágicos que fueron luces opacas en la equidistancia del deseo brutal de abrazar arcos iris en en los oros de tus brazos, pero que en las alturas perdieron fuelle como soplido de un dios mundano y vagabundo.

Guardo milenios para ti, esplendor de caracolas con alma de zig zag, que deambulante, no es capaz de mirar hacia delante y que sirve armonía sin destello ante la luz de premisas de intuición ahora hechas añicos.

Guardo tu alma, mis labios y mi saliva, para hacer un mar y besar tu cielo impregnado de poesía y volver al segundo en que sentí que las estrellas nacieron para ser luz en mi corazón con forma de caramelo.

                                           Alma mora, de amor, enamorada y morada

Roberto Amador